RELATOS

El sonido del mar, el olor a salitre fresco, las olas que van y vienen, encanjes convertidos en palomas que pellizcan el agua, la silueta de sus sombras reflejadas en el muro, la arena crepitando bajo los pies desnudos....¿Le había dicho que le gustaba caminar descalza sobre la arena mojada?
Quizás, aunque  lo dudaba. Ya no hablaba de casi nada, estaba más blindada que la caja de seguridad que un banco. Sin embargo, algo la empujaba de nuevo a vivir.
No sabían mucho el uno del otro. Mejor dicho, por no saber, no sabían nada de nada y seguramente por esa sencilla razón todo era maraviloso. El anonimato, ese ignorar descripciones, detalles y zicatrices del cuerpo y del alma, ese jugar y hacer funanbulismo sobre esa cuerda invisible del desconocimiento mutuo, era lo que mas les unía.
Intuía que sus  historias podía ser similares. No sabia porque lo intuía, pero aquellas pausas entre sus silabas respiraban soledad, fracaso absoluto, pareja rota.
Lo de verse lo hablaron alguna vez, como algo a cumplir algún día pero ninguno daba el primer paso para ello.
A  pesar de vivir en la misma ciudad nunca se decidieron a dar con el ratón  en el sitio adecuado y saber como eran, se deseaban buenas noches, hablaban de  pintura, cine, exposiciones, política, de todo lo que sucedía , pero nada que tocara lo que mas dolía y acercara: los sentimientos.
Y sin  embargo se sentían muy próximo , algo los ataba con un hilo finisimo,  una especie de sexto sentido: el que se escondía detrás de las palabras.
Estaba nerviosa,  era el día,  toda la ropa del armario estaba en cima de la cama, no sabia que ponerse, parecía una quiceañera sin saber que poner. Miro el reloj le quedaba el tiempo justo.
La terraza estaba solitaria, era su lugar faborito, el mar rompía a sus pies y cuando había temporar la gustaba ir allí.
Sintió unos pasos, el corazón parecía una locomotora, ¿que la pasaba? algo la decía que  la estaba  mirando pero no se atrevió a darse la vuelta.
Escucho una voz decir su nombre, tenia acento francés, le sonaba a música, el pulso  se le acelero y las manos la sudaban, no sabia donde ponerlas.

1 comentario:

Paco10 dijo...

Creo que lo has sentido mientras lo has escrito y que te has adentrado en la auténtica realidad de los tiempos actuales, son algo tan lejano como puede ser el ayer. Enhorabuena